Hace más de dos semanas que no me sentaba un buen rato a escribir, así que hoy espero compensar esa falta a mi obligación de algún modo. Desde las aventuras que conté en la última entrada han pasado un montón de cosas en muchos planos de nuestra vida en Bristol.
Lo primero a lo que quiero hacer referencia es la casa. Ya estamos instalados y acomodados, la habitación va tomando personalidad y se va pareciendo, poco a poco, a la idea de lo que andamos buscando. Los compañeros son bastante majos, sobre todo la otra pareja y uno de los húngaros. Al otro prácticamente no le vemos. Aunque la vida siempre es difícil compartiendo piso con personas desconocidas y de otros países, vamos progresando y creo que hemos encajado bien desde el principio. Siempre hay problemas de limpieza y a la hora de recoger, pero intentamos estresarnos lo más mínimo y hacer saber a los demás (sin crear tensiones) que deben mantener limpias las zonas comunes. Hemos llegado un poco revolucionarios, pero en realidad sólo queremos mantener la casa limpia.
Hay días que has de cambiar tus planes ideales, o retrasarlos, porque debes quedarte haciendo limpieza, poniendo una lavadora, o tienes que ir a la compra y volver cargado de bolsas mientras te cae la impredecible lluvia británica que tanto incordia. En cuanto a la zona donde vivimos, es bastante buena, porque hay vida de barrio y es bastante tranquila. Hay carnicerías (algo muy poco común por estas tierras) y otras tiendas que no sólo pertenecen a grandes cadenas de “alimentación” y otras industrias. Andando se llega en quince minutos al centro de la ciudad y está todo a mano.
En el plano laboral, la cosa también es un tanto inestable, pues la semana del 11 al 17 de junio trabajé durante 6 de los 7 días, y al lunes siguiente también conseguí trabajo, pero desde entonces he estado unos 6 días parado. Mañana lunes vuelvo al tajo, pero esta sequía no viene nada bien. Al final, el comienzo de aquellas 3 o 4 semanas de trabajo seguro que os comenté, se han aplazado hasta el jueves y, si no me sale nada antes, empezaré a trabajar en ello.
Por su parte, Paula dejó de trabajar para el restaurante libanés porque no aguantaba con el trato que le daban, y recientemente tuvo una entrevista para trabajar en el Starbucks, lo cual tiene un punto positivo y otro negativo. Lo bueno es que significa trabajo y dinero, y lo malo es que no le atrae demasiado trabajar en el “Mc Donalds del café” ni en un sitio donde se creen una empresa que ayuda a las personas a mejorar el planeta cuando sólo sirven café y pastas. De todos modos no sabe seguro si la contratarán o no.
Por mi parte, quiero contaros cómo fue la experiencia en uno de los sitios donde trabajé durante 5 días. Se trata de un restaurante de lujo llamado Carpe Diem en el que me contrataron para ser el Chef de los desayunos, sustituyendo a alguien que se había marchado de vacaciones. Tuve que aprender cómo funcionaba una cocina inmensa y a hacer unos cuantos tipos de desayunos distintos y sólo tuve unas horas para que me enseñasen todo. Tenía que estar a las 7.50 de la mañana en el restaurante y encenderlo todo y preparar la cocina para cuando llegasen los chefs jefes. Las mañanas solían ser muy tranquilas y como mucho tuve que hacer 7 desayunos en un mismo día, y alguna vez no tuve que hacer ninguno. Lo mejor venía cuando llegaban los chefs jefes, ya que me encargaban trabajo del tipo pelar patatas, picar cebollas, hervir arroz u otros trabajos propios de un pinche de cocina. Yo me lo pasaba bien, aprendía y preguntaba algunas cosas para ponerlas en práctica en un futuro. Esto fue de lunes a viernes, y el sábado conseguí trabajo como camarero en una boda. Era en las afueras de Bristol y en una casa privada muy grande con un jardín donde pusieron una carpa con mesas para el convite, al que acudieron 50 invitados. Los anfitriones eran los padres de uno de los novios, y eran bastante ricachones; jugaban al golf, esquiaban todos los inviernos, y eran muy educados y refinados. La verdad es que me lo pasé bien y me trataron bien, a pesar de trabajar 9 horas seguidas. Lo bueno de las bodas es que a medida que pasa el tiempo la gente se va emborrachando cada vez más y todos se vuelven más amigos del que les sirve el alcohol, de modo que lo disfruté bastante y practiqué bastante inglés.
El domingo tuve descanso laboral pero, aprovechamos la visita de Leticia, la hermana de Paula, recién llegada de Dubai, para patearnos un poco la ciudad y llegar hasta uno de los puntos de mayor importancia de Bristol, el puente en suspensión, que hoy podéis admirar en la fotografía. Las vistas son espectaculares y si sufrís de vértigo, acojona un poco mirar hacia abajo cuando lo estás cruzando. En cuanto a la visita de Leticia, hay que decir que lo pasamos estupendamente y que fue muy grata la convivencia con ella durante esos días. Con ella queda inaugurada la tanda de visitas de amigos y familiares; estáis todos invitados.
El lunes volví a trabajar de camarero, esta vez Paula también pudo coincidir, y la cita fue en el edificio del rectorado de la Universidad de Bristol. El lugar es muy bonito y el trabajo consistió en servir champán y luego una cena. Como anécdota os contaré que Paula le sirvió café a un tipo que era clavado a Steven Spielberg. Tenemos serias dudas de si era él realmente, porque era clavadito al tipo que rodó películas tan inolvidables como la trilogía de Indiana Jones o ET.
El resto de la semana ha pasado tranquila, sin sobresaltos. Despedimos a Leticia el martes, y hemos continuado dedicándonos a la casa y a conocer algunas partes de la ciudad que aún nos quedaban por visitar.
Y aunque me joda y no se lo merezcan, enhorabuena a mis amigos madridistas por haber ganado las ligas de fútbol y baloncesto, el único motivo por el que me alegro es por que ellos estarán felices. Pero el año que viene se van a cagar, hemos fichao a Tierry “Cotton Club” Henry, chavales.
El próximo domingo 1 actualizaré y dejo para entonces aquellas reflexiones que os prometí y que os dije que surgen en Inglaterra.
PAZ