lunes, 25 de junio de 2007

IN DA HOUSE


Hace más de dos semanas que no me sentaba un buen rato a escribir, así que hoy espero compensar esa falta a mi obligación de algún modo. Desde las aventuras que conté en la última entrada han pasado un montón de cosas en muchos planos de nuestra vida en Bristol.
Lo primero a lo que quiero hacer referencia es la casa. Ya estamos instalados y acomodados, la habitación va tomando personalidad y se va pareciendo, poco a poco, a la idea de lo que andamos buscando. Los compañeros son bastante majos, sobre todo la otra pareja y uno de los húngaros. Al otro prácticamente no le vemos. Aunque la vida siempre es difícil compartiendo piso con personas desconocidas y de otros países, vamos progresando y creo que hemos encajado bien desde el principio. Siempre hay problemas de limpieza y a la hora de recoger, pero intentamos estresarnos lo más mínimo y hacer saber a los demás (sin crear tensiones) que deben mantener limpias las zonas comunes. Hemos llegado un poco revolucionarios, pero en realidad sólo queremos mantener la casa limpia.
Hay días que has de cambiar tus planes ideales, o retrasarlos, porque debes quedarte haciendo limpieza, poniendo una lavadora, o tienes que ir a la compra y volver cargado de bolsas mientras te cae la impredecible lluvia británica que tanto incordia. En cuanto a la zona donde vivimos, es bastante buena, porque hay vida de barrio y es bastante tranquila. Hay carnicerías (algo muy poco común por estas tierras) y otras tiendas que no sólo pertenecen a grandes cadenas de “alimentación” y otras industrias. Andando se llega en quince minutos al centro de la ciudad y está todo a mano.
En el plano laboral, la cosa también es un tanto inestable, pues la semana del 11 al 17 de junio trabajé durante 6 de los 7 días, y al lunes siguiente también conseguí trabajo, pero desde entonces he estado unos 6 días parado. Mañana lunes vuelvo al tajo, pero esta sequía no viene nada bien. Al final, el comienzo de aquellas 3 o 4 semanas de trabajo seguro que os comenté, se han aplazado hasta el jueves y, si no me sale nada antes, empezaré a trabajar en ello.
Por su parte, Paula dejó de trabajar para el restaurante libanés porque no aguantaba con el trato que le daban, y recientemente tuvo una entrevista para trabajar en el Starbucks, lo cual tiene un punto positivo y otro negativo. Lo bueno es que significa trabajo y dinero, y lo malo es que no le atrae demasiado trabajar en el “Mc Donalds del café” ni en un sitio donde se creen una empresa que ayuda a las personas a mejorar el planeta cuando sólo sirven café y pastas. De todos modos no sabe seguro si la contratarán o no.
Por mi parte, quiero contaros cómo fue la experiencia en uno de los sitios donde trabajé durante 5 días. Se trata de un restaurante de lujo llamado Carpe Diem en el que me contrataron para ser el Chef de los desayunos, sustituyendo a alguien que se había marchado de vacaciones. Tuve que aprender cómo funcionaba una cocina inmensa y a hacer unos cuantos tipos de desayunos distintos y sólo tuve unas horas para que me enseñasen todo. Tenía que estar a las 7.50 de la mañana en el restaurante y encenderlo todo y preparar la cocina para cuando llegasen los chefs jefes. Las mañanas solían ser muy tranquilas y como mucho tuve que hacer 7 desayunos en un mismo día, y alguna vez no tuve que hacer ninguno. Lo mejor venía cuando llegaban los chefs jefes, ya que me encargaban trabajo del tipo pelar patatas, picar cebollas, hervir arroz u otros trabajos propios de un pinche de cocina. Yo me lo pasaba bien, aprendía y preguntaba algunas cosas para ponerlas en práctica en un futuro. Esto fue de lunes a viernes, y el sábado conseguí trabajo como camarero en una boda. Era en las afueras de Bristol y en una casa privada muy grande con un jardín donde pusieron una carpa con mesas para el convite, al que acudieron 50 invitados. Los anfitriones eran los padres de uno de los novios, y eran bastante ricachones; jugaban al golf, esquiaban todos los inviernos, y eran muy educados y refinados. La verdad es que me lo pasé bien y me trataron bien, a pesar de trabajar 9 horas seguidas. Lo bueno de las bodas es que a medida que pasa el tiempo la gente se va emborrachando cada vez más y todos se vuelven más amigos del que les sirve el alcohol, de modo que lo disfruté bastante y practiqué bastante inglés.
El domingo tuve descanso laboral pero, aprovechamos la visita de Leticia, la hermana de Paula, recién llegada de Dubai, para patearnos un poco la ciudad y llegar hasta uno de los puntos de mayor importancia de Bristol, el puente en suspensión, que hoy podéis admirar en la fotografía. Las vistas son espectaculares y si sufrís de vértigo, acojona un poco mirar hacia abajo cuando lo estás cruzando. En cuanto a la visita de Leticia, hay que decir que lo pasamos estupendamente y que fue muy grata la convivencia con ella durante esos días. Con ella queda inaugurada la tanda de visitas de amigos y familiares; estáis todos invitados.
El lunes volví a trabajar de camarero, esta vez Paula también pudo coincidir, y la cita fue en el edificio del rectorado de la Universidad de Bristol. El lugar es muy bonito y el trabajo consistió en servir champán y luego una cena. Como anécdota os contaré que Paula le sirvió café a un tipo que era clavado a Steven Spielberg. Tenemos serias dudas de si era él realmente, porque era clavadito al tipo que rodó películas tan inolvidables como la trilogía de Indiana Jones o ET.
El resto de la semana ha pasado tranquila, sin sobresaltos. Despedimos a Leticia el martes, y hemos continuado dedicándonos a la casa y a conocer algunas partes de la ciudad que aún nos quedaban por visitar.
Y aunque me joda y no se lo merezcan, enhorabuena a mis amigos madridistas por haber ganado las ligas de fútbol y baloncesto, el único motivo por el que me alegro es por que ellos estarán felices. Pero el año que viene se van a cagar, hemos fichao a Tierry “Cotton Club” Henry, chavales.
El próximo domingo 1 actualizaré y dejo para entonces aquellas reflexiones que os prometí y que os dije que surgen en Inglaterra.

PAZ

miércoles, 6 de junio de 2007

PORTERO DE COCINA A.K.A. KITCHEN PORTER



El sábado pasado fue mi primer día de trabajo en Inglaterra. Teóricamente iba a un club de golf a trabajar de camarero, pero tres horas antes de ir al trabajo me llamaron diciéndome que se había suspendido el evento. Pensé “bien, tengo la tarde libre, pero por otro lao, no tendré dinero fresco…”. Una hora después me volvieron a llamar de la agencia; había una baja de última hora y necesitaban a alguien para trabajar de Kitchen Porter en una velada de boxeo. Evidentemente dije que sí. Trabajar de Kitchen Porter es trabajar de friegaplatos, cubiertos y de ollas y bandejas de tamaños inmensos e insospechados. Cuando llegué a la agencia ya había unos cuantos de los que íbamos a trabajar aquella noche, y según íbamos llegando nos explicaban las tareas que tendríamos que desempeñar. La velada de boxeo se hizo en una de las salas internas de un estadio de fútbol, y nos desplazamos hasta allí en los coches que tienen algunos de los empleados. A mí me tocó ir con el que fue uno de mis compañeros de trabajo aquella noche; un francés rastafari que me contó dónde estaba la marcha y las fiestas más chulas de la ciudad en cuanto a sonidos jamaicanos se refiere. Resultó ser un tío de puta madre.
Después de fregar unos cuantos cacharros y enterarnos de cómo iba a funcionar el percal, empezó a llegar el público y con ello se comenzaron a servir las mesas de los que pagaban entrada y cena. Las localidades se dividían en tres tipos; mesas en las que servíamos la cena (donde ellos vestían de smoking y ellas con traje de noche), la grada (simplemente gente sentada) y los que están de pie cerveza en mano.
Al rato comenzó el show: el primer combate de la noche lo protagonizaron una especie de David Beckham con los pantalones más horteras que jamás se han visto en la historia del boxeo, y un tipo que era igual que Eward Norton. Al final ganó el Beckham, pero por pocos puntos, ya que Norton se fue animando a medida que pasaba el tiempo, y en los dos últimos asaltos estuvo a punto de tumbar a su contrincante. En resumen; fue un combate muy malo. Para que os hagáis una idea de qué tipo de personaje era el Beckham este, al rato de haber terminado su combate me lo encontré con una pinta en cada mano, un cigarro en la boca y… vistiendo esos pantalones horribles! El combate siguiente apenas lo vi, pues tuve que trabajar duro. Después hubo dos más, que vi a ratos y que viví como si estuviera en el ring: esquivaba, golpeaba y gritaba y animaba como un entrenador. La oportunidad de ver los combates la tuve gracias a que había dos cocinas y, yo, ávidamente, me situé en la que estaba al lado del ring, aunque periódicamente tenía que hacer viajes con montones de platos sucios a la otra cocina.
Una de las veces en las que volvía a mi puesto de trabajo, me encontré con lo que iba a ser la entrada al ring de los boxeadores que protagonizaron el combate estrella de la noche. Primero salió el aspirante al título; nacido en Ghana, residente en Londres, negro africano y con los ojos achinados, pelo rubio y peinado como drácula. Una mezcla extraña, pero desafiante en todo momento. El siguiente en salir fue el defensor del título, un mulato originario de Bristol que, a ritmo de reggae, salió flanqueado por dos chavales que sujetaban el cinturón de campeón con los brazos en alto, sus entrenadores y cuatro tías ligeras de ropa. El campeón tenía unas espaldas y hombros imponentes. Hechas las presentaciones por el speaker, comenzó el combate y se paró de trabajar. Bien.
Todo el mundo gritaba el nombre del campeón originario de Bristol, y cada golpe que éste conseguía impactar en su adversario era una fiesta. Fue un combate disputado y bonito pero yo creo que estaba amañado, pues hubo un “knock out” en el séptimo asalto que no me creí en ningún momento. Al final la victoria fue para el de casa y todos contentos.
Tras esto, vuelta a la realidad. La gente se iba y nosotros nos quedamos a fregar platos. Lo peor de todo fue que se estropeó el lavaplatos y tuvimos que hacerlo a mano hasta que dio la una de la noche. Estaba claro que no iba a dar tiempo de terminarlo todo, así que el jefe se puso a buscar entre todos nosotros a dos voluntarios/pringaos que estuvieran dispuestos a ir al día siguiente (domingo) a terminar el trabajo sucio a partir de las 10 de la mañana. Y uno de esos dos fui yo, porque unas pelas siempre vienen bien. Así que seis horas del domingo también me las pasé fregando. Sin embargo, el resto del día estuvo bien; fuimos al Tantric Jazz, un pub donde trabaja uno de los españoles del Hostel, y donde suele haber gente tocando en directo. Después, al llegar a “casa”, en la tele había una especie de noche temática sobre los rastafaris. Pusieron un documental sobre Bob Marley y después emitieron la película protagonizada por Jimmy Cliff ‘The harder they come’. Todo subtitulado en inglés. It was great.
Eso sólo fueron dos días de trabajo, pero necesito algo más estable. A pesar de que me muevo, busco y encuentro, no me llaman. A veces uno se desanima un poco y cree que la suerte no está de su favor, pero no hay que perder la esperanza. En cualquier caso, el próximo 20 de junio tengo tres semanas de trabajo por medio de una agencia.

El lunes por la tarde fuimos a conocer a nuestros futuros housemates o compañeros de piso, pues solamente conocíamos a dos y en total seremos 6 en la casa. La casa está habitada por dos húngaros, una pareja formada por un inglés y una húngara que lleva viviendo cinco años en Inglaterra y nosotros dos, por supuesto. Todos ellos hablan muy bien el inglés, así que nos vendrá bien la convivencia con ellos para aumentar nuestras habilidades lingüísticas. El domingo es la mudanza, así que la semana que viene ya os contaré qué tal los primeros días de convivencia.

Y como siempre, no puedo resistir la tentación de hacer algún comentario relacionado con la actualidad política y social. En este caso quiero hablar del fin de la tregua de ETA. Es lamentable que esto ocurra, pero también lo es tener la oportunidad de poner en marcha un proceso de paz y que el gobierno no haga nada durante meses. Por otro lado, rabia es lo que me produce que el principal partido en la oposición sea quien más trabas pone a dicho desarrollo pacífico. El juego político no me gusta, y menos cuando se tratan aspectos tan importantes. Son como niños; ETA da fin a la tregua y al día siguiente vuelven a meter a De Juana Chaos en la cárcel. Si nadie cede nunca podremos encontrar una solución pacífica a todo esto. Yo en estos casos siempre me acuerdo de Martin Luther King Jr., quien pronunciaría sabias palabras al respecto.
Quiero recomendaros que echéis un vistazo a la siguiente página web: http://www.tramgrafik.net/milakabilaka/es/?page_id=2. Se trata de una organización llamada Milaka Bilaka (miles buscando) que, como muchas personas en el País Vasco y en España, no está ni con unos ni con otros, y creen, como organización, que: “el proceso de paz es algo demasiado serio como para dejárselo a los políticos.”
También quiero lanzar una piedra a favor de todos los manifestantes en contra de la cumbre del G-8 en Alemania, y una en contra de todos esos poderosos que manejan los hilos de este planeta a sus anchas. Aunque no sirva de nada, siempre es bueno que la gente salga a la calle a expresarse.

Me despido ya agradeciéndoos a todos la participación, las recetas y las recomendaciones musicales. La propuesta de esta semana es que me contéis, igual que yo lo he hecho, alguna anécdota laboral que hayáis tenido y vayáis a recordar para siempre.

Próximamente os iré contando cosas sobre la gente de Bristol y sobre la ciudad, pues hay cosas interesantes y tengo algunas reflexiones acerca de los ingleses que quiero compartir con vosotros.

La foto de hoy es a otra de las intervenciones gráficas de Banksy. Corta y pega.

Ahora que llega el calor, circulen por la sombra.

PAZ