jueves, 22 de mayo de 2008

POWER TO THE PEOPLE AND THE BEATS

El diecinueve de abril de 1988 salió a la venta el que está considerado como el quinto mejor disco de la historia de la música del siglo XX: ‘It takes a nation of millions to hold us back’ del grupo de rap Public Enemy. Por delante de ellos sólo la Velvet Underground, Bob Dylan, Marvin Gaye y The Clash, e inmediatamente después Bob Marley. Clasificaciones muy subjetivas y que cada cual podría variar puesto arriba puesto abajo según sus gustos, pero que, muy difícilmente, podría eliminar de la lista a cualquiera de dichos artistas.

El que fue el segundo disco de Public Enemy se convirtió en una revolución sonora potentísima y provocó una repercusión tan grande que, sin ella, no podríamos entender la evolución de la música durante los veinte años que han transcurrido desde que salió a la luz. Pero no sólo conmocionó al mundo a nivel musical, y eso es lo que lo hace tan importante; también supuso una renovación intelectual para la comunidad negra; inventaron una nueva forma de alzar la voz y reflejar su descontento. También dejaron claro que se podía criticar al gobierno y a la sociedad norteamericana, dar nombres y citar instituciones, acusar a los culpables. Aquello era la actitud punk mezclada con la estética paramilitar de los Black Panthers. En la foto de la contraportada del disco los miembros de la banda están en una celda mirando desafiantes al objetivo, en el suelo y bajo sus botas, la bandera norteamericana: reclamo de poder negro, supremacía racial.

Hay que decir sin miedo alguno que sin este disco no existirían bandas como Rage Against The Machine o más fácil; no existiría lo que conocemos como rap-metal. La trayectoria del hip-hop no hubiera sido la misma, no habría un grupo de rap denunciando la injusticia en cada rincón del planeta donde se violan los derechos humanos. Tampoco existiría el sampler como un instrumento más. Sencillamente, no consideraríamos la música como un vehículo de expresión donde la sedición equivale al uso de la palabra en forma de rima. Consiguieron hacer realidad lo que el punk intentó y además dieron alas a otros estilos musicales demostrando de lo que eran capaces a través de la música.

Otra de las virtudes del disco es el momento en el que salió. Raramente el público valora la capacidad de un artista de sacar un disco en el momento adecuado, o la importancia que tiene al impactar en un contexto sociocultural determinado. Es sabido que Public Enemy aceleraron el proceso de producción del disco intencionadamente para conseguir que saliera en aquel preciso momento; pues eran conscientes de que el mismo disco seis meses más tarde no tendría un impacto tan espectacular. Porque la competencia entre bandas de rap estaba en un momento de creación tan marcado por el dinamismo como por la calidad. Y por que era el momento de decir aquello, pues en un mundo en cambio constante lo dicho hace unas horas rápidamente carece de valor.

Las letras son un fiel reflejo del estado de las cosas de aquel momento. ‘Bring the noise’ es un comienzo rompedor, dejan claro que en esto de hacer ruido Public Enemy son los mejores, pero también mentando a Louis Farrakhan y recordando que su tiempo ha llegado. También habla de la música como un medio de comunicación donde el heavy o el pop se encuentran con el rap. ‘Black steel in the hour of chaos’ es una de las líricas antimilitares y antibelicistas que más han molestado a los altos cargos del ejército americano. Insumisión al ejército y a la nación alegando creencias políticas, como hizo Muhammad Alí. ‘Don´t believe the hype’ no es más que una forma de acusar a los medios de comunicación de manipuladores y de no mostrar la verdad. Les acusa de hacer de la información un negocio donde prima vender antes que informar, donde la mentira y la imposición del miedo en la sociedad son el instrumento para mantener a las masas controladas. En ‘Louder than a bomb’ nombra varias veces a la CIA y al FBI; Chuck es un activista afroamericano, se siente vigilado y lo dice sin tapujos. En ‘Night of the living baseheads’ critican el alcoholismo y la drogadicción entre la comunidad negra en lo que es un claro ejercicio de autocrítica y de análisis acerca de los problemas de casa. El último hit a destacar es ‘Rebel without a pause’. Haciendo un juego de palabras con la película protagonizada por James Dean, Chuck D se reafirma a sí mismo como un rebelde sin pausa y firma una de las mejores letras del hip-hop de todos los tiempos. En el plano lírico, se trata de un disco redondo, sin caer en el panfletismo, dejando que las ideas salgan, mezclándolas con chulería y estilo. Expresión libre sin más pretensión que la de hacer rap positivo.

A nivel musical consiguieron representar lo mismo que en las letras. La composición de ritmos y sampleos es tan rica y tan potente que supuso un punto de inflexión en la forma de producir. The Bomb Squad es el combo liderado por los hermanos Keith y Hank Shocklee responsable del sonido del disco. Los ingredientes fueron bases de ritmos acelerados e infinidad de sampleos en todas las canciones, alejándose del patrón que dictaba el hip-hop de por entonces: un solo sampleo repetido constantemente en un bucle algo cansino. Así que para crear esa bomba sonora recuperaron a Marva Whitney, James Brown, Grand Wizard Theodore, The Soul Children, Rufus Thomas, Funkadelic, Run DMC, Beastie Boys, The JB’s, Queen, Kurtis Blow, Isaac Hayes, Bob James, Kool & The Gang, ESG, David Bowie, Laffayette Afro-Rock Band, The Temptations, Stevie Wonder, Sly & The Family Stone, Earth Wind & Fire, Parliament y Bob Marley, entre otros. Todo ello, con un sentido del ritmo y la armonía matemático, con la intención de crear un nuevo sonido que representase la disidencia en la música, pero además, dentro del hip-hop, que es ya de por sí una subcultura disidente, de modo que consiguieron un efecto doblemente subversivo. Para algunos suena feo (aunque no pretendía ser bonito), pero crearon algo que sólo unos genios iluminados podrían haber creado. Era revolucionario, explosivo, rebelde.

También metieron voces de discursos de gente como Malcolm X, Khalid Abdul Muhammad o el mismísimo Johnny Cash hablando desde la cárcel de St. Quintin. Una de las canciones, ‘Louder than a bomb’, se titula casi igual que una del grupo de pop The Smiths, y en otro de los cortes le dan una vuelta de tuerca al ‘Fight for your right to party’ de los Beastie Boys montando una ‘Party for your right to fight’. De modo que toda esa mezcla que en un principio podríamos considerar como un popurrí imposible de sincronizar, se convierte en el sonido más espectacular y sorprendente jamás antes creado. Consiguen la cuadratura del círculo. Y todo ese trabajo, mezclado con la lírica disidente de Chuck D, con un estilo de rapear rabioso y cuya voz ruge cada rima, mezclado con los scratches de Terminator X, la aportación estética de los miembros de la S1W (Security of the first World) y la nota de humor en la labor de entertainer de Flavor Flav, consiguieron llegar a lo más alto. Consiguieron que Public Enemy fueran el enemigo número uno de la sociedad norteamericana más conservadora y ortodoxa. El puño negro en alto, como John Carlos y Tommie Smith. ‘It takes a million of nations to hold us back’ es la bofetada más grande de la historia de la música a todo lo previamente establecido.

Veinte años después, Public Enemy siguen en activo. Metiendo caña y revolucionando todo lo que pueden. Todavía son incómodos para la administración de turno en el poder; siguen teniendo problemas para salir de gira, para dar conciertos y para mantener el activismo político-social en su país. Pero no se rinden, y este año han decidido hacer una gira para conmemorar los veinte años del disco más importante de rap de la historia. También para recordar a los más jóvenes que son leyendas del hip-hop y que aun merecen un rincón en las paredes y en los reproductores de vinilo. Esta iba a ser la segunda vez que les veía en concierto. La vez anterior tuve la oportunidad de entrevistarles para la revista Serie B, y ahí queda esa foto junto a Flavor Flav y Chuck D para el recuerdo.

La primera parada de la gira fue Bristol, ayer por la noche, en la Carling Academy. Coincidía con la misma hora que la final de Champions que se disputaban dos equipos ingleses, de modo que personalmente tenía serias dudas de que el aforo fuese aceptable. Cuando entramos la sala estaba medio llena, pero poco a poco fue entrando gente, y para cuando Public Enemy salieron a escena, el local estaba a reventar.

Los teloneros fueron The Bomb Squad, los hermanos Shocklee armados de aparatos tales como ordenadores, teclados midi, platos, mpc o mesas de mezcla. Intencionadamente, su show estuvo enfocado a las raíces del hip-hop, de modo que comenzaron haciendo una sound system pinchando discos de reggae. Uno de ellos hacía de speaker, de maestro de ceremonias, animando al público, buscando interacción. Después pasaron a sonidos mas funky y sin tiempo para asimilarlo, de repente, el sonido dio un vuelco. El ritmo engordó muchísimo; bajo y batería, scratches y ruiditos varios. La sala retumbaba y la distorsión fue el elemento con el que más jugaron los dos beatmakers, cuyo show duró poco pero fue un guiño a todo lo que ocurrió hace más de veinte años y al modo de componer que tenían, además de las tan diversas influencias que les inspiraban.

Después Public Enemy salieron a escena y comenzaron a interpretar el disco desde el principio: las sirenas de ‘Countdown to armageddon’ sonaron avisando de que el bombardeo iba a comenzar, y entonces soltaron ‘Bring the noise’, ‘Don’t believe the hype’, ‘Cold lampin’ with flavour’, ‘Terminator X to the edge of panic’, ‘Black steel in the our of chaos’ o la brutal ‘Rebel without a pause’, momento clave de la actuación. Poco a poco fueron tocando todo el disco. Entero. Incluso los cortes instrumentales, momentos en los que Flavour Flav demostraba por qué es el teenager más viejo del mundo. Pero además hubo una novedad respecto a la forma de hacer los conciertos de Public Enemy, a veces paraban entre canción y canción y comentaban cómo surgió el tema o qué les inspiró a escribir. Hicieron un repaso y analizaron el contexto histórico y la intención de cada canción del disco.

También interpretaron otros clásicos, entrelazándolos uno tras otro de un modo vertiginoso. Cayeron ‘You’re gonna get yours’, ‘Too much posse’, ‘Brothers gonna work it out’, ‘911 is a joke’, ‘Welcome to the terrordrome’, ‘Can’t truss it’, ‘By the time I get to Arizona’, ‘Shut ‘em down’ y ‘Give it up’. ‘Harder than you think’, tema principal del último disco, fue la única canción fechada después de 1994 que tocaron, lo cual es significativo. Por lo importante que fueron en la etapa que va desde el 87 al 94 y porque sus últimos trabajos no han tenido la misma repercusión a nivel internacional. No porque ya no sean buenos, si no porque mantenerse fiel a sus principios y no fichar por discográficas multinacionales en un mundo como hoy, tiene un precio; te hace descender de liga. Porque si la MTV veta tus videos la gente joven no va a conocerte. Porque la rebeldía se ha convertido en simple diplomacia practicada también por las obras sociales de los bancos, no en lo que Public Enemy practican desde hace más de dos décadas (actividad que muchos tildan de radical o extremista). Y por que la música se está reduciendo a descargarse nuevos tonos de móviles, y las letras de las canciones solo dicen tonterías. Y a la industria no le interesa otra cosa. Pero esta  banda de rap, en más de veinte años no han compuesto jamás una canción estúpida, no han hablado de drogas, chicas, coches, dinero o champán. Y siguen teniendo estilo, siguen siendo frescos, hacen un espectáculo impresionante y lo dan todo en cada concierto. Acompañados por guitarra, bajo y batería, los tres miembros de la S1W y Dj Lord, siguen representando el hip-hop vayan donde vayan.

Por eso acabaron interpretando el ‘Fight the power’ alargándolo hasta que les echaron del escenario y dejando claro que hay que luchar el poder para conseguir un mundo mejor. Dejando claro que solo hay una raza; la raza humana. Y por eso se marcharon mientras sonaba ‘One Love: People get ready’ de Bob Marley. Con una mano: el puño en alto. Con la otra mano: el símbolo de

PAZ

2 comentarios:

Liverani dijo...

Me ha hecho gracia aquello de la "actitud punk". Todos nosotros crecimos con los Ramones, Pistols y Clash. Si bien los de Rotten tenían una calidad musical más que dudosa, los otros dos siempre estarán entre las bandas más influyentes del XX, especialmente la banda de Strummer. Sin embargo me parece que el objetivo de los Enemy era bastante más loable a pesar de que no llevasen cresta y sean negros y, lo que es peor, que lo hicieran a finales de los 80cuando el punk estaba más que superado como vehículo de protesta.

Anónimo dijo...

Menudo entrevistón que te marcaste, Don Javier!!! Un abrazo desde Madrid/Berlin/Madrid!

Javi